sábado, 3 de julio de 2010

Cenicienta Moderna

“Propósitos para el nuevo año: no enamorarme”. Así comencé el año, brindando con poco champán y mucha convicción de mis palabras. Y ahí, justo ahí, fue cuando empecé a equivocarme.

(…)

Tras algún tropiezo fortuito y alguna casualidad, fruto de mi peculiar azar, me di cuenta de que, como decía aquella película, “son tiempos difíciles para los soñadores”. Y no es que una sea una soñadora por antonomasia, pero aquellas películas de Disney hicieron mella en mis altas expectativas en hombres, por llamarles de algún modo.

Comencemos porque el vestido azul de cenicienta no me sienta bien, por mucho que me empeñe en que aquel zapato de cristal fuese cómodo, no lo es. Es más, siendo de cristal, es probable que acabe roto en mis manos, como otras tantas cosas. Bailando el vals posiblemente acabase no solo descompasando al apuesto príncipe, sino que, además, terminaría tropezando y cayendo sin remedio alguno a aquella fuente maravillosa, que tenía tan controlada. Hasta aquí todo normal.

Sigamos, pues, con que el príncipe no es ni tan apuesto ni tan caballero como la pobre ingenua de ceni (a modo cariñoso?) pensaba. Pongamos que la testosterona no solo le despista, sino que le hace despertar sus ansias de socialización con otras doncellas del reino. Descubrimos aquí su faceta sociable, desconocida hasta el momento. Hasta aquí sigue estando todo normal.


Y ahora, como dice mi madre, viene lo bueno. Cambiemos la tortilla de lado. Ganemos.

No es que mi naturaleza moñas me lo suela permitir, pero lo cierto es que, tras probar suerte paliando la sequía mundial con mis lágrimas, he aprendido, además de a reírme de mí misma, a reírme de las adversidades, de las tonterías y, por qué no, del desamor. Pero, sobre todo, si me río de algo realmente a gusto y a la carta, es de todo esto, porque, sin las pequeñas cosas la vida no valdría la pena. Me río de mí, de él, de lo que vino y lo que está por venir. Me río por no llorar, pero no suelo apagar mi sonrisa a gusto de cada uno. La apagaré a mi parecer, cuando crea conveniente, cuando me canse de reír…entonces lloraré. Toda una declaración de intenciones, sí señor. Mientras tanto…por favor, que alguien me quite estas agujetas de la barriga, que mis glamurosos michelines no soportan esta presión por más tiempo…

(...)


"Propósitos para la nueva vida: no enamorarme de capullos integrales, niñatos y otros seres poco recomendables. Sobre todo no enamorarme de alguien que encarne todo esto en una misma persona”

Se acabó? Alguien me dijo que cuando una puerta se cierra otra se abre. Esta no la quiero cerrar. Todavía no. Juguemos, juguemos, que empieza lo bueno!


Y me quedo con este trozo de la película Jeux d'enfants:

"Hay dos o tres cosas que nunca me has pedido y lo lamento porque habría sido capaz: comer hormigas, insultar a los parados que salen del INEM y amarte como loco."
Love, mucho love.
Saroneh*

1 comentario:

  1. Sara, si una puerta se cierra y otra se abre, tú deja siempre una ventana abierta para escapar volando lejos, muy lejos. Donde empezar de cero sea fácil y olvidar sea un juego :)

    ResponderEliminar